La buena ruptura

 

Para poder superar una ruptura es importante expresar aquello que no hemos dicho a lo largo de la relación, aquello relevante que quedó atascado, y que tal vez intoxicó el aire y nutrió los desencuentros. Si es posible hacerlo directamente con la otra persona delante, mucho mejor; si no es posible por cualquier motivo, por ejemplo porque creemos que puede empeorar las cosas, o porque se deben establecer límites precisos, podemos escribir todo lo pendiente e imaginar a lo otra persona en una silla vacía frente a la nuestra y decírselo. Me parece un regla útil en la vida la de poner atención para que las cosas no se pudran adentro y no vivamos rodeados de asuntos pendientes y reconcomios que se comen nuestra atención y energía.

 

Como recomienda la terapia Gestalt, es mejor expresar lo inexpresado, decir lo no dicho, vivir lo no vivido, procesar lo no procesado, cerrar lo no cerrado, y que nuestras venas relacionales estén bien ventiladas. De este modo, la energía queda libre del pasado y se orienta al futuro, y el presente estricto se vuele asombrosamente, más presente.

 

Por otro lado, es también crucial agradecer todo lo que nos ha dado la otra persona y todo lo que hemos podido vivir a su lado. A algunas personas les va bien hacer una lista de las cosas concretas que pueden agradecer. Aceptar lo que nos ha dado el otro y decir gracia nos pone en disposición de valorar lo recibido y desde ahí poder superar la ruptura, porque la gratitud mitiga el victimismo y  el resentimiento. Cuando podemos ver lo que nos ha aportado una relación y lo que hemos aprendido en ella, estamos en disposición de cerrarla y abrirnos a lo que esté por venir.

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